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Principito desencantado

Historias de un principito sin reino y sin princesa

Sin rumbo

17 abril 2013
Nuestro amor, nuestros planes, mis esperanzas, su confianza, su sonrisa, sus labios, sus ojos, ella... TODO; todo me lo he cargado yo, todo. Ella... no tengo palabras.

Estoy vacío y sin ilusión. Yo no quería un final así, no lo quería. Mis putos miedos siempre aparecían en el último momento y echaban todo abajo. Cómo va a confiar en mí si dudo de todo? A veces dudo hasta de mí mismo. Todo esto me hace reflexionar. Sé que tengo problemas con mis sentimientos. Soy sensible para con los demás pero soy muy duro conmigo mismo. No me dejo llevar y pienso todo, hasta racionalizo los sentimientos como esperando medirlos con una regla y saber si son suficientes. El querer no es preguntarse continuamente si lo que siento es amor o no lo es, se trata de sentirlo sin hacer preguntas. Lo sé pero no puedo hacerlo. Quiero cambiar, quise hacerlo con ella, pero no puedo, no he podido.

Algo (racional) dentro de mí dice que esto es lo mejor para los dos. Ella ya no quiere saber nada más de mí, ella por fin respira y está tranquila, intenta ordenarse y reiniciar, se lo merece después de este último año tan duro que ha pasado. Ella mató por fin mi incertidumbre pero dejó una huella imborrable. Por qué no podemos ser amigos? La necesito! Sé que no podemos serlo en este momento pero el vacío ahí queda, en el corazón. Lloro mientras escribo. Lloro de rabia, de impotencia, pero sobre todo de cobardía. Cobardía por no atreverme, por no arriesgarme, por no haber estado a su lado cuando ella me necesitaba el pasado verano, el pasado otoño, el pasado invierno... Mucha gente me dice que no era para mí, que si no salió es porque no éramos el uno para el otro... yo creo que no tienen razón, yo fui FELIZ con ella como no lo había sido en ocho años, nos complementábamos perfectamente pero todo me lo cargué, yo y mis dudas matamos lo nuestro.

Voy a acabar muy solo. Después de tantos años no he aprendido nada. Tanto buscar y cuando encuentro la flor que perfumaba e iluminaba mi planeta la dejo escapar entre las dudas y la confusión de mis propios sentimientos. Soy un desastre y no me gusta ser así, ser esta persona insegura y que hace daño a los demás, a gente que quiere. Mi cabeza dice que hago lo correcto, sin embargo, mi conciencia me condena cada día. Solo queda lamentarse, llorar y esperar que pase el tiempo.