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Principito desencantado

Historias de un principito sin reino y sin princesa

28/07/06 Oscuridad y deseo

Intentó demostrarle algo con un beso al que siguió otro y otro más. No pudo resistirse al deseo de sentir sus labios sobre los suyos. Para entonces sus compañeros de trabajo les miraban con sorpresa y envidia. Demasiada gente. A los diez minutos ya solo les acompañaban la oscuridad y el deseo. Mientras las manos de uno se perdían en el cuerpo del otro, sus bocas se besaban con ansiedad como si nunca antes hubieran probado otros labios. Cuando las sombras fueron dejando paso a la claridad del día, ella ya se estaba arrepintiendo de todo lo que había pasado. Él, en cambio, solo sonreía.
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