El pasado sábado este blog cumplió dos años. A decir verdad no fue realmente esta bitácora quien los cumplió sino su autor y me explico. Antes de
principito desencantado hubo otro blog el cual tuve que abandonar porque
demasiada gente conocía de su existencia. Necesitaba tener libertad a la hora de escribir y no hacer determinadas entradas dedicadas a
esas personas que me leían diariamente. Sin embargo, con el cambio, pensé que disfrutaría de esa utópica libertad pero ni aún así lo he conseguido. Sé que la persona que hizo llegar el desencanto a este
principito me lee e incluso de vez en cuando se ha permitido el lujo de comentar (supongo que siempre es más fácil escribir detrás de un teclado que
un simple saludo en persona). En resumen, no sé cómo me encontró pero lo hizo...
Y llegados a este punto os preguntaréis, por qué la hago a ella protagonista de esta entrada si no debería serlo? Pues bien, sí lo es, al menos en cierta medida. El
8 de diciembre de 2005 fue uno de los días más tristes de mi vida. Ella me dejó definitivamente, dijo
se acabó y mi corazón y todo aquello por lo que había luchado (y mucho creedme) se rompió con tan solo esas dos palabras. Aquella tarde la pasé tumbado en la cama de mi habitación recordando todo lo que habíamos pasado juntos, aquellos momentos compartidos, nuestras bobadas, nuestros abrazos, la primera vez que hicimos el amor... Solo podía llorar y... escribir. Así es, decidí escribir y hasta hoy.
Echando la vista atrás pienso que aquellos primeros tres meses de blogger más que de desahogo sirvieron para machacarme mucho más. Me castigaba una y otra vez con miles de recuerdos que iba plasmando en el ciberespacio. Muchas de esas veces, mientras escribía, aguantaba mis lágrimas a duras penas, otras, rompía a llorar como si de un niño se tratara. Fue muy duro. Después de eso, sabiendo que ella era fiel lectora y mientras contaba mi vida (triste, como no), empecé a soñar con la reconciliación y con darnos una segunda oportunidad. Por supuesto eso nunca llegó. Ya después de casi un año escribiendo, comencé a pensar la posibilidad de cambiar de cliente y por tanto de dirección y por fin, después de mucho buscar lo conseguí. El resto ya lo sabéis.
A día de hoy creo que mi blog ha perdido cierto interés. Antes, cuando estaba dolido, mi parte sentimental era la que plasmaba aquí día a día. Me salían
entradas tristes pero escritas desde lo más hondo del corazón. Ahora, cuando la indiferencia ha llegado para quedarse (al menos de momento), me conformo
con alguna batallita y unas cuantas iniciales desordenadas, poca cosa.
En fin, solo espero quitarme de encima este maldito desencanto... algún día.
Etiquetas: historias, paranoias, pensamientos, sentimientos, situaciones