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Principito desencantado

Historias de un principito sin reino y sin princesa

20/10/06 Hoy hace dos años I

Se levantó muy pronto. Vinieron a buscarle a casa y emprendieron viaje hacia su país, hacia su ciudad. En unas cinco horas estaría en casa. El viaje transcurrió sin mucha novedad. Tras unas cuatro horas en coche ahora debía coger un tren. Esperó cerca de una hora solo en una estación. Le importaba poco, sabía que ya quedaba menos. El tren llegó y se sentó nervioso, inquieto y muy nervioso. La llamó y la dijo que en una hora se verían. La hora pasó y bajo de su vagón muy deprisa pero allí no había nadie. Salió de la estación y allí la vio llegar. Iba con un pantalón beige oscuro, una cazadora vaquera y un pañuelo al cuello. Se abrazaron durante un buen rato, depués se comieron a besos. Estuvieron un rato juntos, felices, sus ojos brillaban. Debían irse a comer. Él recuerda el trascurso de su paseo a casa por aquellas calles con una sonrisa en la boca, fue maravilloso.

Llegó a casa y allí estaba toda su familia esperándole. Comieron todos juntos y después de contar su aventura por el extranjero volvió a quedar con ella. Pasaron toda la tarde juntos. Dieron un paseo por la orilla del río entre besos, abrazos y cariño. Así estuvieron casi hasta la noche. Él la acompañó hasta su casa y se despidieron pero en un rato volverían a verse. La tomatera sonreía.

Quedaron en casa de un amigo suyo. Allí tomaron unas cervezas que él les había traído como regalo. Se podría decir que fue una mini fiesta improvisada. Recuerda sus besos en la puerta del servicio y aquella foto que ahora está olvidada en algún lugar de su carpeta. Sabían que el tiempo corría en su contra y agotaron la noche todo lo que pudieron, no querían desaprovechar ni un solo momento juntos. Llegó una nueva despedida. Esa noche ambos se durmieron mientras se mandaban mensajes de amor. La tomatera volvió a sonreír.
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