Historias de un principito sin reino y sin princesa
La tormenta de arena
La chica del vestido blanco me cogió de la mano y me llevó a la barra. Llevaba una camiseta estampada de tirantes y un short rojo que no podía dejar de mirar. Pedimos un gin tonic mientras yo apuraba mi vozka en sus labios, labios carnosos apenas manchados de carmín encarnado. ¿Te vienes a dormir conmigo? le pregunté. Sí, contestó ella sin dilación. Nos besamos muy suave, mordiéndonos los labios una y otra vez y jugueteando con nuestra lengua lenta y pausadamente. No era un beso cualquiera, era un beso con cierta complicidad, como si lleváramos diez años seguidos besándonos. Seguimos hablando. Le gustó mucho el detalle de dejarle mi número en su buzón, dijo que fue especial. Creo que en ese momento consiguió sacarme los colores. Por fin, cuando mis manos se perdían donde acaba su espalda comenzó a sonar esta canción...
"Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo
empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré
así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón..."
Ay, principito, me encanta leer post como éste! ojalá la chica del vestido blanco sea "Ella"!
Besines
ana
La canción es genial.
MeTis
me alegro por ti. Pero poco a poco, el amor no necesita prisa para crecer.
http://www.youtube.com/watch?v=Wg42skTpX8Y
un abrazo.
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