Historia 1
Hace dos fines de semana me encontré con mi amiga
R, esa que
me rechazó para poco después
pedirme hasta matrimonio. Pues bien el viernes hablé con ella de manera normal,
de lo de siempre, de nosotros. Somos, ambos, un poco monotema; y todo para llegar siempre a la misma conclusión,
o la prometo una relación seria o ella no me promete una noche loca. Aún así hay mucha tensión sexual entre nosotros. Nos despedimos sin más.
Al día siguiente la vi a media noche. Vino a saludarme algo entusiasmada. Raro, raro pensé. Ya antes de ir a la discoteca recibo un
sms ping en mi móvil. Era de ella. Me decía que sus amigas se iban a casa y que ella también. Por supuesto, no hacía ni falta decir que estaba deseando que la llamara para decirla que viniera conmigo como así fue. No me daba muy buena espina la cosa ya que la última vez que acabamos juntos no me dejó besarla. Pero esta noche era diferente. Fuimos a pedir y me preguntó si esa tarde había pensado un poco en ella. La pregunta me pilló un poco desprevenido pero la dije que sí, aunque más que la tarde fue la noche pasada cuando me fui con todo el cabreo para casa. A medida que hablabámos la cosa se iba caldeando, como casi siempre, aunque desde luego, ella nunca había llegado hasta ese límite. Se abalanzó sobre mí y conseguí evitar besarla, a pesar de que era lo que más deseaba en ese momento. Le pregunté que por qué ahora, que qué había cambiado y me contestó que no lo sabía (¿alguien entiende algo?). Después de esta respuesta y ante el temor de su arrepentimiento decidí optar por lo más fácil y caer de una vez por todas en la tentación.
Para ser la primera noche que pasamos juntos no es muy romántico decir que se nos hizo de día en un portal. Dió la maldita casualidad que mis amigos de mi ciudad natal vinieron a mi casa a pasar el finde y tuvimos que recurrir a las típicas técnicas adolescentes. Y del portal al taxi y de allí cada uno a su casa. La noche loca ya ha pasado, lo de la relación seria lo veo un poco más difícil.
Historia 2
Este finde vino mi amiga
R, la de
aquella nochebuena, a verme desde mi ciudad natal. La
R de allí se diferencia de la de aquí en que ésta siempre ha tenido claro nuestra amistad y en ocasiones puntuales algo de sexo. La cosa estuvo bien, siempre manteniendo nuestra amistad delante de nuestros amigos y luego deshaciendo la cama por las noches. Ambos sabíamos lo que queríamos, lo hemos tenido y lo hemos disfrutado.
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